jueves, 9 de enero de 2014

Volver, vivir, amar, decidir.

"Ni Dios Padre, ni el Diablo ni el dinero.
En el mundo solo manda
el implacable Emperador, el bandolero,
el verdugo justiciero.
El más viejo y el más joven
y que nunca me lo roben,
que no tengo más que a él.
En el mundo manda el tiempo."

Juan Carlos Aragón

Podría haber esperado al 25 de enero y habría hecho exactamente cuatro años desde la última vez que me senté frente al portátil para escribir en el blog; pero eso habría supuesto planificar la “casualidad” y posponer mis ganas de escribir, y si algo ha caracterizado mi vida en estos últimos cuatro años, especialmente el último, ha sido la no planificación de lo que no merecía ser planificado y el evitar posponer lo que me pedía el cuerpo.

Hoy es 8 de enero, un día cualquiera. Un día más.

Un día perfecto para volver a escribir.


Pero recapitulemos. Lo haré, además y contrariamente a mi estilo, MUY brevemente. Por etapas. Los que me conozcan no lo van a creer. Edén contando algo brevemente...

Octubre 2004 – Octubre 2005
Año del salto a la Universidad. Ruptura de esquemas, reconocimiento de mis primeros grandes errores. Buenos amigos. Buenos enemigos.

Octubre 2005 – Octubre 2006
Año de mi primera relación sentimental. Buen año académico, dudoso a nivel personal, horrible a nivel artístico. Montaña rusa de emociones que termina con saldo negativo.

Octubre 2006 – Octubre 2007
EL año. O más bien, el primer gran año de esta historia. Termina, por decirlo así, mi relación sentimental por decisión unilateral de la otra parte. Me enfrento a medio año de lenta, aletargada recuperación. Algo así como la crisis española. El verano me cambia la vida. Almuñécar. Nuevos amigos. Mis amigos. Vuelvo a ser feliz y encuentro un lugar, un entorno. Räikkönen se entera y la lía en las últimas diez carreras del año ganando el Mundial. El GP de Brasil, el último, lo veo en mi casa rodeado de mis nuevos amigos.

Octubre 2007 – Octubre 2008
Horrible año académico, buen año personal, genial año artístico. Consigo el destino Erasmus a Alemania. Se filtra “Un pirata del Caribe en Nueva York”. Nace el Rayito de Armilla. Mis amigos me despiden sin saber muy bien qué va a pasar, cómo afectará la distancia. A una personita de voz en extremo aguda le preocupa especialmente. A mí no. Son mis amigos y no los voy a perder.

Octubre 2008 – Octubre 2009
OTRO año. El año Erasmus. El gran culpable de la persona que soy hoy día. Descubro el amor, el de verdad. El desamor, el de verdad. La amistad incondicional. Rompo mis barreras fronterizas, ideológicas, idiomáticas y artísticas. Y tomo la mayor decisión de mi vida: me quedo. No vuelvo a Granada. Dejo Teleco y empiezo de cero, en inglés y alemán. Y que dios me pille confesao.

Octubre 2009 – Diciembre 2012
Tres años muy parecidos y muy diferentes. Nacen “Va por ustedes”, “Diagnóstico diferencial”, “María y Manuel” y “Un castillo de tez colorá”. Descubro el cine. Voy avanzando en la carrera. Consigo mi primer trabajo en un departamento. Busco un amor que no aparece por ningún lado, pero llegan amigos eternos e inmortales. Escribo mi primer corto. Finalmente, termino mi Bachelor of Sciences. Busco trabajo, hago entrevistas, me disfrazo de gondolero veneciano en el 11 de Noviembre en Colonia y, bueno...

Diciembre 2012 – Enero 2014
Un vuelo relativamente barato de Air Berlin, Düsseldorf – Málaga, me incita a tomar la segunda mayor decisión de mi vida: me vuelvo. No me quedo en Alemania, renuncio a una vida de ingeniero cobrando una pasta. Regreso a Granada más de cuatro años después a la aventura, la de vivir la vida a mi manera. La de tomar mis propias decisiones. Encuentro un trabajo, constato que hay un par de personas en este mundo a las que quiero más que a mis huevos, hago un par de nuevos, grandes amigos y pierdo a otros que no merecían ese lugar. Llega Córdoba y nace un cineasta. Aprendo, río, lloro y me enamoro. Me encuentro a mí mismo, exploro mis entrañas y descubro qué quiero para mí. Me pongo metas, objetivos y proyectos que me exigen aprender de cine, francés, tecnologías web, teoría de inversiones y sobre el mundo del vino. Y se abre una posible puerta que implicaría otro cambio radical y otro renglón en este resumen.


… ¿y a qué venía esto?, que diría Berto. Honestamente, creo que me ha salido relativamente breve teniendo en cuenta que he resumido casi 10 años de mi vida. Y todo esto viene a que si hoy he decidido volver a escribir es precisamente por la vida que estoy viviendo y lo distinta que es comparada con las temporadas anteriores de esta sitcom dramática.

No voy a venir yo a contaros que el dinero no da la felicidad. Tampoco que hay que perseguir los sueños. Voy a intentar, por el contrario, demostraros que esas dos máximas rigen mi vida y que los pasos que doy los guían unos principios entre los cuales esos dos conceptos destacan especialmente.

Porque cuando se te va un ser querido y no puedes estar cerca en sus últimos días, cuando los tuyos viven sus vidas y tú no formas parte de ellas, cuando pasan los años y descubres que tus sueños están en tercer o cuarto plano, cuando despiertas y abres los ojos y ves que nada es como tú querías, sino como otros quieren, entonces se para el reloj.

Cuando vives en esa ruleta de hámster doméstico, tu reloj Casio se convierte en un reloj de arena. Todo está regido por el momento en que la arena pasa de una parte a otra, entonces le das la vuelta y sigues. No avanzas. Es la gravedad quien determina cuándo toca darle la vuelta al reloj.

Algunos se quedan en la rueda y siguen dándole la vuelta al reloj cuando la arena se termina durante toda su vida. Otros paran la rueda y le dan la vuelta al reloj cuando ellos quieren.

Yo opté por acelerar la rueda hasta cargarme el eje para dirigirla a otro lugar y reventé el cristal del reloj esparciendo la arena entre la orilla de Calahonda y las laderas de la Sabika.

Posiblemente la próxima entrada no sea aquí. Vida nueva, blog nuevo, supongo. En esta nueva etapa hablaré de cine, de música, de vino, de historia, de Granada,... en resumen, de todo aquello que me describe tal como soy. Espero que os interese y lo disfrutéis al menos una décima parte de lo que yo voy a disfrutarlo. Y si no, os perseguiré hasta las entrañas del Averno y una vez allí... no sé, algo se me ocurrirá.

Un abrazo.

Edén.

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