Se han oscurecido.
De sopetón, de golpe y porrazo, sus ojos se han oscurecido. Hoy, sobre las 17:30 o por ahí, sus ojos eran los más verdes y más intensos del mundo, los ojos más felices que existían. Sus ojos brillaban con tanta fuerza que las nubes se tuvieron que apartar durante un rato. Sus ojos brillaron, así son las cosas, durante unos minutos.
Durante esos minutos, nuestro amigo el joven tigre de ojos verdes fue el animal más feliz que existía. Le daba igual lo que ocurriera a su alrededor, no le importaba nada acerca del mundo real: él estaba en su mundo, y bendito mundo. Junto a su amiga la paloma. Pensaba “dónde voy a estar mejor que con mi amiga la paloma...”, y llevaba razón. Dónde mejor. Lo que no se esperaba era el desenlace del día. Lo que nuestro amigo el tigre no se esperaba era que llegaría a su madriguera y se pondría a escribir en su diario particular lo que le había ocurrido. En definitiva, lo que el tigre no se esperaba era que el día, que había empezado lluvioso, acabaría tan absolutamente mal. Pero son cosas de la vida.
La mañana para él había sido perfecta, o casi perfecta. Su amiga la paloma mandó a un joven mensajero para informarle de que estaría bien irse por ahí a comer algo. El tigre no cabía en sí. Al acabar sus obligaciones matutinas, fue corriendo al árbol donde la paloma tenía su nido, y la recogió para irse a disfrutar del medio día. A sus lomos, llegaron a un lugar donde el resto de la manada había encontrado bebida gratis, y se quedaron allí. Bebieron y bebieron, y se lo pasaron como crías de tigre jugueteando y haciendo el tonto. Hasta aquí, nada interesante.
Pero los minutos se sucedían, el tigre cada vez estaba peor, y la paloma parecía no darse cuenta. El tigre no quería preocuparla, pero poco a poco iba siendo más difícil ocultarlo. Al final, en una zona de hierba circular, le confesó todo. Le abrió su alma, y le contó todo, absolutamente todo. Tal y como le dijo, sólo dos personas conocían esa parte de su vida. Ahora, eran tres. Ella, la paloma, era la tercera. Le acababa de contar lo que sólo los miembros de la manada de verdadera confianza sabían. Algo que, sin duda, cambiaba el cómputo global del tigre. Ya no era igual, sin duda, ahora sabía todo. Pero no le importaba. Nuestro amigo el tigre tenía ganas de contárselo, a pesar de ser un ave y no un felino, y se lo contó.
En ese momento, el tigre tenía los ojos verdes y brillantes, tan brillantes que daban miedo. Y miedo sintió el tigre cuando el destino le golpeó con toda su maldad. Le golpeó, le asestó un golpe casi mortal. Le dio tan fuerte, que ya nada existía a su alrededor. De pronto, sus ojos se oscurecieron. Se oscurecieron muchísimo, tanto que ya ni parecían verdes. Estaba perdido. Y es que, al fin y al cabo, hay cosas que no se pueden controlar, por muy fiero que sea el tigre. Como dijo en una de sus canciones, “La vida a veces te rompe la cara, te tinta la mente de fragilidad”. La vida le había sonreído, y le había vuelto a romper la cara. El tigre, fiero y salvaje como pocos, se había vuelto a esconder en su mundo, en su oscura realidad. No se podía creer que en apenas 30 minutos sus ojos pasaran de verdes a negros, su carisma de infinita a infinitamente pequeña, su fuerza de titánica a liliputiense, su alma de blanca a negra... sus ganas de vivir, de muchísimas, a ninguna.
Nuestro amigo el tigre había vuelto a caer en la trampa, y esta vez no se lo esperaba, pero nada. Ahora le tocaba, como tantas veces, comer arena. Y no se sentía mal por eso: no le daba vergüenza comer arena. Pero le daba coraje, muchísimo coraje. Había abierto su alma y se había vuelto a su madriguera con el alma abierta, con la cabeza destrozada, y con el corazón roto.
Después de todo, él sólo había pedido disfrutar de la vida, pero su paloma favorita parece que no tenía los mismos objetivos que él. El tigre se sintió un estúpido, un tonto, un absurdo, un inútil... todo lo que tantas veces se había sentido, pero esta vez parecía que iba en serio.
Hoy es Jueves, mañana Viernes. Quizás el sábado el tigre piense de otra forma, pero de momento lo tiene claro: ha vuelto a caer en la trampa.
Y como tantas veces, sus ojos han dejado de brillar. Hay que ver, con lo que le gusta mirarse en el agua y verse los ojos verdes, ahora son casi negros. Se han oscurecido... y mucho.
Se han oscurecido.
Filia y Logos
Hace 2 meses
5 comentarios:
hablas como si a la paloma le gustara hacer daño... cuando simplemente se deja llevar por lo q siente. ella tb busca ser feliz, y nunca mintio sobre lo q dijo, en verdad el tigre le importaba, xo no puede mentir a su corazon.
ese ave se siente fatal por lo q siente a cada segundo, cada cosa q siente o piensa, sabe q no debe ser asi, aunq no sepa cómo debe ser en realidad, xo ella lo hace mal, kmo siempre...
ella siente lo de hoy, quiere hablar con el tigre, xo en plenas facultades (usted me entiende... cerveza maaaala), y aclarar las cosas.
nadie merece q esos ojos se oscurezcan...
hablas como si a la paloma le gustara hacer daño... cuando simplemente se deja llevar por lo q siente. ella tb busca ser feliz, y nunca mintio sobre lo q dijo, en verdad el tigre le importaba, xo no puede mentir a su corazon.
ese ave se siente fatal por lo q siente a cada segundo, cada cosa q siente o piensa, sabe q no debe ser asi, aunq no sepa cómo debe ser en realidad, xo ella lo hace mal, kmo siempre...
ella siente lo de hoy, quiere hablar con el tigre, xo en plenas facultades (usted me entiende... cerveza maaaala), y aclarar las cosas.
nadie merece q esos ojos se oscurezcan...
Tiempo al tiempo... las aguas, a la larga, siempre vuelven a su cauce. Tú deja al tigre que se coma la cabeza, no merece la pena tomarle muy en cuenta cuando se pone en ese plan.
Un beso
sois los dioses de la metáfora XDD
ahi va la mia: La pantera-elefante (hibrido ,cuerpo de pantera, polla de elefante) sale de caza en busca de las almejas del lago...llamad a greenpeace porque no va a quedar ni una XD.
Ahí ahí, sin olvidar que somos tíos y nos mueve lo que nos mueve xDDDDD
SaLu2 ;)
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