domingo, 9 de febrero de 2014

Méliès, McKee y el Pong. Parte 2.

La Industria de los sueños.


Esta noche se entregan los Goya. Qué mejor día para continuar con la segunda parte de esta serie dedicada a la Industria del Cine, ¿no? Porque son en estas galas de premios, otorgados por las Academias, donde uno puede escuchar y observar gran parte de los síntomas de la tan comentada “Crisis del Cine”.



¿Buscó Buñuel a un guionista para crear Un chien andalou?


Hace unos meses tuve la ocasión de convivir durante una semana con varios profesionales y futuros profesionales del sector audiovisual español. Concretamente, se trataba de guionistas.

Yo no solo era un bicho raro entre ellos por no tener formación ni experiencia en el sector, sino que se daba la circunstancia de que a mí, lo que más me gustaba, era dirigir. Y mucha gente lo veía raro. Llegué a escuchar que les daba pereza dirigir. Consiguieron incluso hacerme dudar de si lo mío sería escribir o dirigir.

Me dio muchísimo que pensar. No allí ni entonces, sino mucho después. Una de las primeras veces fue viendo el corto de Buñuel que tenéis unas líneas arriba, al cual volveré más adelante.

El caso es que allí, rodeado de guionistas, descubrí un nombre: Robert McKee. El gurú de los guionistas. Este señor es sin duda alguna un experto en el arte de contar historias, además de muy buen “profesor de escritores”. Digo esto porque, como voy a darle un poco de caña, quiero dejar claro de antemano que en lo suyo me parece un referente; pero hasta Senna se la pegaba cuando se pasaba de frenada.

Le preguntaban a McKee en una entrevista: “Una serie de televisión con un buen director, actores reconocidos y calidad en la producción, ¿puede funcionar sin un buen guión?”.

Respondía McKee que “No. Puedes tener directores y actores fantásticos, pero la dirección y la actuación es una forma de arte interpretativa. Sin embargo, la forma de arte original es la escritura, es el hecho en sí de escribir, y esa es realmente la base de lo que va a venir después.

En mi humilde opinión, sí y no. SÍ a su respuesta negativa y a que la dirección es una forma de arte interpretativa, y NO a la forma de arte original. Me explico.

Sin un buen guión, NADA funciona. Nada. Pero eso ya lo dijo Billy Wilder en su momento y poco hay que añadir. Claro que quién escriba el guión es otra cosa muy distinta. A eso vamos luego.

La dirección es una forma de arte interpretativa, pero... ¿qué arte no lo es? O mejor dicho, ¿no es el arte SIEMPRE una interpretación de las pasiones, obsesiones, sentimientos, sensaciones o vivencias del artista? Escribir es interpretar lo que nos ronda la cabeza, un tema fundamental a través de una historia, mediante el uso de la palabra. Componer música es interpretar mediante sonidos que, además, se deben volver a interpretar luego. Filmar es interpretar las imágenes que se nos proyectan en la mente mediante el uso de una cámara. Como decía en la primera entrada, los cineastas sueñan en plano secuencia.

Por eso no entiendo esa afirmación de que la forma de arte original es la escritura. Es cierto que la forma básica y universal de plasmar historias es la escritura, de ahí su influencia en otras artes, pero eso no sitúa al resto en segundo lugar. ¿Acaso no bebe la música de la literatura? Y, sin embargo, lo que más nos mueven al final son las melodías. Algo parecido ocurre con el cine. La escritura es esencial, pero lo que nos emociona al final son las imágenes. A veces, incluso, las imágenes acompañadas de música. ¿Significa eso que el cine es menos arte por beber de la música y la literatura? Pues yo creo que no.

Añadía McKee que “lo que los directores y actores pueden hacer es improvisar momentos, y a veces esos momentos pueden ser fantásticos, bárbaros, brillantes... pero no pueden construir una obra maestra”. Aquí la vamos a tener, amigo Robert. Aquí la vamos a tener. Echando un vistazo a la historia del cine, la cual ultra-resumimos en la primera parte de esta reflexión, ¿cuántas obras maestras han sido creadas por cineastas sin un guionista al lado? A eso iba antes con lo de que sin un buen guión, nada funciona; pero eso no implica que sea un guionista el que lo escriba.

Sirva de ejemplo el corto que abre esta entrada y la pregunta que lanzaba al aire. ¿Buscó Buñuel a un guionista para crear Un chien andalou? Pues no exactamente. Le "bastó" interpretar sus sueños y los de su amigo Salvador Dalí para crear una obra maestra atemporal y que ha dejado huella en numerosos artistas posteriores. Y no es que yo sea un gran amante del surrealismo, pero hay que estar ciego para no reconocer la capacidad de transmitir los infiernos interiores mediante la imagen que tenía este hombre.

Decía McKee que le des 120 páginas en blanco a un cineasta, a ver qué hace con ellas. Le digo yo a McKee que coja las 120 páginas y se ponga detrás de una cámara, a ver qué hace con ella.

Re-citando por segunda vez a mi admirado Berto Romero... ¿y a qué venía esto?

Pues a que esa visión de McKee no es más que un reflejo de la visión que tiene la gran Industria. No hace falta un buen director. Con un buen argumento, buenos efectos y buenos actores... ¡ZASCA! Taquillazo.

Ese es el cine de producción, el de la Industria de los sueños, palabra que me horroriza porque me recuerda a las enormes factorías alemanas de la cuenca del Ruhr y no puedo evitar pensar que algunos estudios “fabrican” películas como el que fabrica teléfonos móviles: pensando únicamente en billetes. Y llamadme loco, pero creo que al arte no debería crearse de la misma manera que los iPhones.

Porque, si no, ¿dónde quedan las corrientes artísticas, el pensamiento crítico y la cultura?, ¿hacemos desaparecer todo esto en pos de una Industria exitosa que dé trabajo a mucha gente?

La figura del guionista en sí representa a uno de los profesionales de esta Industria. Curiosamente, es el único de ellos al que yo llamaría “artista”, aunque es un tipo de artista muy particular: dedica su vida a la escritura, pero luego vende su obra sin poder controlar el resultado final que llegará al espectador, si es que llega. ¿Qué otro tipo de artista hace algo así? ¿imagináis a un músico, novelista, fotógrafo, escultor, pintor o, ya puestos, cineasta, dedicando dos años de su vida a una obra para luego venderla y desentenderse de ella?

La existencia de un tipo de artista tan único creo que es la evidencia de que esta Industria se convirtió para algunos en un mero negocio. Igual el que escribe para vender guiones como el que dirige un estudio para vender películas.

Surgía entre mis amigos hace poco una pregunta genial: ¿qué harías si tuvieses todos los recursos posibles? Si no tuvieses que preocuparte por el dinero ni por nada más que “tú”.

Estoy convencido de que muchos guionistas dejarían de escribir. O, quizás, se dedicarían a escribir novelas. Nunca guiones. Ojo, también algunos cineastas dejarían de hacer cine. Ya lo dejó bien claro Díaz Yanes, que con pocos recursos no le gustaba dirigir. Y lo mismo es aplicable a los directores de estudios, aunque en este caso la cosa es más flagrante si cabe porque, al final, son ellos los que saturan los multicines.

Una de las motivaciones para arrancar esta reflexión personal sobre la Industria surgió al leer la genial entrevista que mi amigo Antonio M. Arenas de Revista Magnolia hizo a Joe Dante, creador de los Gremlins. Decía el señor Dante que “la gente que dirige los estudios ya no son gente del cine, no están interesados en las viejas películas”, y yo creo que esto es un problema. Que un presidente de un club de fútbol pase del fútbol, vale, pero que quien dirige un estudio no ame el cine es un error. En la grandísima Entourage lo veíamos, lo importante era hacer billetes, lo de menos era el cine.

Y esa es la putada. El estudio contrata a un guionista o le compra su obra, contrata a un director para dirigirla, contrata a actores, contrata a cámaras, contrata a, contrata a, contrata, contrata,... y, al final, el que importa es el productor, no el cineasta. Cine de producción. Y en contraposición, el cine de autor, el que busca expresar mediante la imagen. Llegarnos al alma, hacernos pensar. El que no está hecho para entretener un sábado noche cuando vas al cine con la novia.

No me vayan a malinterpretar, que soy de fácil “malinterpretación”. No estoy en contra del cine comercial ni de que se dé trabajo a tantísimos profesionales. Dios me libre, con la que está cayendo. Creo que debe existir, pero no monopolizar. Que la Industria no se centre en él como único motor de la creación cinematográfica. Que está muy bien ir al cine a entretenerse, pero este tipo de obras no hace avanzar al cine y rara vez nos hacen crecer, aprender, cuestionarnos cosas. Que convivan y no se pisen, eso sería lo ideal, pero... ¿cómo?

Pues bueno, mi versión del cómo lo dejo para la tercera parte. Mientras escribo estas líneas, Javier Pereira, ganador del Goya al mejor actor revelación por Stockholm, reivindicaba la importancia de las “pequeñas” producciones, tan maltratadas por la Industria, teniendo que irse a buscar financiación fuera de España. Porque, al final, es ahí donde suele estar el gran cine. En los directores más independientes, más valientes. Y es que no hay más que ver algunos de los grandes nominados de este año: Caníbal, La herida y Stockholm.

Pues eso.


PD: en defensa de los guionistas, que algunos son amigos míos. Sé que algunas cosas pueden sonar duras, pero como seres creativos me parecéis geniales, imprescindibles en el mundo de la ficción televisiva y, por desgracia, muy maltratados por la Industria. No me guardéis rencor ;)

1 comentario:

Lydia dijo...

Yo no soy muy de escribir así en público, pero a ver qué sale.

Entiendo que como artista, defiendas el cine de autor sobre el cine de productor, pero al final, creo que todos tienen un interés común, que es que la película sea vista y disfrutada.

Y para ello, debe ser lo suficientemente atractiva como para que la gente le dedique dos horas de su vida (y se gaste el dinero)

Las películas comerciales, lo son porque intentan llegar al mayor número de gente posible, y yo no veo eso como algo malo.

Dicho esto, entiendo tu postura de que ambos tipos de cine deberían coexistir, así que deseando ver tu tercera entrada para ver cómo lo solucionarías.