martes, 26 de agosto de 2008

La soledad

Hoy les traigo a ustedes, mi extenso y queridísimo grupo de incondicionales, fieles e incansables lectores, dos puntos de vista de la soledad. No opuestos, pero completamente distintos.

Uno es el lado amargo. La soledad como sentimiento traidor que te golpea cuando necesitas a alguien concreto que no puedes tener a tu lado, sea por distancia o porque se ha ido para siempre. Esta soledad te hace llorar y lo único que deseas es que se acabe.

El otro punto de vista es la soledad como amiga. En este caso, es la persona que siempre está a tu lado. Te acompaña desde pequeño y hasta que te mueres, es por la que te sientes solo incluso rodeado de gente, es una amiga más y nunca, nunca jamás, te falla. Hay gente que la admira y acoge entre sus brazos. Esa gente, en general, somos gente rara; de otro modo no se explica que siempre deseemos tener a alguien a quien dar cariño y que nos de cariño, al mismo tiempo que somos felices estando solos y no queremos dejar de estarlo. Es complicado de explicar pero es así.

A esta soledad la conoces cuando ves atardecer sentado sobre la arena de la playa, con la guitarra en las manos, canturreando algo que parece una canción. Entonces miras la caída del sol tras la línea extremadamente recta del horizonte y te das cuenta de que estás solo. Y no te hace llorar, te hace sonreir. Esas sonrisas torcidas que tanto nos gustan.

Ahí van:
- "Es mi soledad" de Antonio Orozco, por todos conocido.
- "La soledad es testigo" de Juan Carlos Aragón, al cual dedicaré un post algún día.




Solo, hilando recuerdos que hablan de ti,
solo, escupo el silencio que brota en mí,
lloro e invento lamentos
que disfrazan verdades que encuentro.

Miento y escondo la angustia
al descubrir que miento
por la cobardía que vive en mí,
lloro y asumo en silencio
los errores que tuve y enseñan saber.

Es mi soledad
la que me insulta pegada a mi piel,
la que me grita "tienes que aprender",
es mi soledad...

Es mi soledad la que no quiere ser,
la que tiene el rencor,
la que me lleva siempre a suplicar
por esos versos y caricias que me enseñó tu amor.
Es mi soledad la que se deja ver,
la que me hará aprender,
la que me lleva siempre a recordar
lo que es la amarga, pura y dura, soledad.

Es mi soledad...

Frío que siento perfecto,
consuelo de tontos, orgullo de necios,
palabras sin fondos, mi ahogo es sincero
en el mar de mi alma en deshielo.

Tiempo, rimando los versos,
que pierden sin tus besos,
me entrego al recuerdo,
sufriendo si pienso y cansado me espero
a que el tiempo lo cure y me lo haga saber.

Es mi soledad
la que me insulta pegada a mi piel,
la que me grita "tienes que aprender",
es mi soledad...

Es mi soledad la que no quiere ser,
la que tiene el rencor,
la que me lleva siempre a suplicar
por esos versos y caricias que me enseñó tu amor.
Es mi soledad la que se deja ver,
la que me hará aprender,
la que me lleva siempre a recordar
Lo que es la amarga, pura y dura, soledad.

Es mi soledad...

Por más que lo intento, no entiendo.
Por más que lo siento, por más que me acuerdo,
por más que me enredo, sin más que en silencio
me acuerdo de ti.





La soledad es testigo
de mis castigos y glorias,
primera de mis amigos,
la llevo conmigo igual que una más.

La soledad me hace libre,
la soledad no me engaña
cuando el mundo se va,
soledad es la última que me acompaña.

Y es la única hermana
que vence a la puesta de sol cada tarde,
la presunta culpable del amanecer
solo ante mi ventana,
la que llena mi cama
de amores y niños, de abuelas y padres.

Ay mi soledad,
a nadie nunca como a ti le he sido fiel,
a lo mejor te llevo un día ante el altar
porque, en verdad, quiero a tu vera envejecer.
Ay mi soledad,
hemos cruzado tantas ciénagas los dos,
tantos secretos que no podemos contar,
tantas palabras que dirían que es amor.

Ay soledad que, a tu manera,
subes y me das la mano,
y así los dos caminamos
juntos por la carretera.

Ay soledad, pa mí,
que yo soy un varón
y tu silueta de mujer
tiene el deseo embriagador
de otras mujeres que ya no
me inspirarán estas canciones...

Aunque muera contigo,
por Dios soledad
solamente te pido...
¡que no me abandones!



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viernes, 8 de agosto de 2008

Una y otra vez...

Una y otra vez sería capaz
de contemplar cada lunar
que adorna en ti cada despertar.

Una y otra vez sería capaz
de dibujar y salpicar
con un pincel el mar de tu mirar.

Una y otra vez...

¿Merece la pena comentar algo? A lo sumo, decir que la herencia de Quevedo en las letras del siglo XX-XXI es lo más grande que me ha pasado en la vida.

Que hable la MÚSICA, con mayúsculas, por sí sola.




Poco... me parece poco
tenerme que aprender que siempre estás.
Loco... me volvería loco
cada vez que llego y tu no estás.

Una y otra vez sería capaz
de contemplar cada lunar
que adorna en ti cada despertar.
Una y otra vez sería capaz
de dibujar y salpicar
con un pincel el mar de tu mirar.
Una y otra vez...

Una y otra vez...

Otra... te contaría otra,
si por cada mentira me amaras más.
Llanto... te quitaría el llanto
debajo del paraguas del verbo amar...

Una y otra vez sería capaz
de contemplar cada lunar
que adorna en ti cada despertar.
Una y otra vez sería capaz
de dibujar y salpicar
con un pincel el mar de tu mirar.
Una y otra vez...

Una y otra vez... una y otra vez...

Si son los celos los que amo y maldigo
que me den un castigo,
que me quemen con hielo,
que me roben las letras...
pa decirte te quiero...

Pero, si te quiero,
que me adornen con besos,
que me leas un verso,
que me rias las gracias, que me digas te quiero...
que no sea un mal sueño...

Una y otra vez... una y otra vez...

Poco... me parece poco
tenerme que aprender que siempres estás...



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