martes, 9 de octubre de 2007

El Sol, por el Sur


Aunque capitaneemos un buen velero, con buenas velas y buena tripulación, eso no es suficiente para llegar a nuestro destino.

Necesitamos un timonel que dirija el galeón, amarrado al timón como la piel al cuerpo, valiente, honrado, eficaz incluso en la tempestad.

Y necesitamos una brújula que nos indique el rumbo. Las clásicas marcan el Norte. La de Jack Sparrow, gran amigo mío, señala a lo que más se desea. La mía apunta al Sur. Dice que en el Norte está el Sur; y que en el Sur es donde estás tú. Eso es lo que ocurre cuando pierdes el rumbo: la brújula cambia de orientación y la guitarra te regala una canción.


Desquiciando… a la luna entre versos sinceros,
intentando reordenar las seis estrellas del cielo.
Paseando… de la mano de la amargura,
intentando reconfigurar mis partes oscuras.

Hoy sale el Sol por el Sur, está como una regadera,
o lo mismo soy yo el loco
y es que el Sur ya no es lo que era,
las noches de fiesta afectan directamente a la razón,
pierdes la cordura y el orgullo
pero ganas corazón, corazón...
¡corazón!

Me gira la cabeza
y es que el tiempo se ha parao,
te canto, te canto y no miras,
me tienes desesperao.
Me arrastro por las calles
sin saber a donde voy,
me miras a los ojos y te das cuenta...
de cómo estoy... de cómo estoy.


Desviando... la atención de mi propia cabeza,
exculpándome de toda
no cumplida promesa.
Recibiendo... reprimendas de brazos abiertos,
canalizando de un oído a otro
todos tus cuentos.

Hoy sale el Sol por el Sur, será su naturaleza;
o será el calentamiento
que tu cuerpo provoca en mi cabeza.
Ser villano y golfo en este siglo mal visto está;
pero estoy seguro de que así
son los hombres de verdad, de verdad...
¡de verdad!

Si me siento mal y me tumbo peor,
tan solo quiero saber dónde estás tú.
Si me pierdo en la certeza de saber que es imposible
que vuelva a salir el Sol por el Sur.

Una playita, una morena
y un piropo a la orillita del mar,
que la luna sea testigo
de to lo que me das.
De golfo a romanticón por un besito
de esos que se rompe el mar;
he de confesarte que así
somos los hombres de verdad, de verdad...
¡de verdad!

Me gira la cabeza
y es que el tiempo se ha parao,
te canto, te canto y no miras,
me tienes desesperao.
Me arrastro por las calles
sin saber a donde voy,
me miras a los ojos y te das cuenta...
de cómo estoy... de cómo estoy,
de cómo estoy, de cómo estoy,
que estoy que estás, que estás que estoy,
que ves que estoy, que estoy que ¿ves?,
que te das cuenta de cómo estoy,
que estoy como estoy,
que ves cómo estoy...
¡hay que ver cómo estoy!.



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jueves, 4 de octubre de 2007

Camaradas de alquiler



Risas y llantos. Vicios desbocados. El sonido del mar, de noche, sobre la arena, las notas apagadas e imprecisas de mi vieja guitarra desafinada; patadas al pasado y unos cuantos camaradas de alquiler.

Así, tan brevemente, puedo resumir uno de los mejores veranos de mi vida. Quién me diría, cuando Junio tocaba su fin, que un cursillo de Domótica iba a dar tanto de sí. Primero apareció él, ese rubito medio guirufo con el que tantas veces me había reído y tan pocas veces había salido, ni siquiera de tapas. Con él, dos muchachas guapísimas. “Esto empieza bien”, pensaba yo, jeje.

De una de ellas me basta decir que tiene una de las virtudes que más adoro en las personas: tiene ingenio, es de risa fácil y además la contagia. Chiquitilla, menudilla; pero me da que tiene un corazoncito que no le cabe en ese cuerpecillo.

De la otra chica debo destacar un gesto que me llenó por completo: un día, porque tenía frío, se cogió de mi brazo. Yo venía de un año malo, muy malo, con mucha falta de afecto y cariño (que lo tuve, pero me faltaba aún así). Con tan poco tiempo para enseñar lo mejor de mí, ese gesto insignificante me pareció un mundo, y juro que el que recibió calor al final fui yo. Calor humano, el calor del cariño. Que nos conocemos y las mentes… siempre van a lo mismo, carajo xD.

A lo largo de esos días, el rubito iba mostrándome, sin quererlo, cosas que no conocía. Cosas grandes (nuevamente estaréis pensando en lo que estaréis pensando… qué enfermos, coño…). Pero todavía faltaba un poco para descubrir lo grande que era ese tío. No adelantemos acontecimientos.

Antes de eso apareció otra chica. Mi futura compañera de gremio, con una brutal sinceridad que me cautivó desde el primer momento, no le temblaba la voz a la hora de expresar su opinión, incluso si eso podía ser incómodo. Me encantaba. Y eso fue mi perdición y, al mismo tiempo, mi salvación. Un botellón mal calculado, una cerveza de más, cuatro cubatas de más, unas sillas sobre la arena, el mar, los recuerdos, los fantasmas,… y ella con ganas de escuchar. Pues allá tú, pensé. Me temía lo peor removiendo esos fantasmas y sin embargo el resultado iba siendo el contrario, poco a poco parecían escaparse o, mejor dicho, perder fuerza. Coño, perdían fuerza. Cómo podía ser. Hizo falta una conversación con las olas. Unos ojos verdes frente al mar sereno con el brillo de la luna sobre los acuosos cristalinos, de pie, estoico, sereno, sonriente. Hablándole al Mediterráneo. El 98 por ciento de las lágrimas que soltamos son inertes, estúpidas, innecesarias. El 2 por ciento restante llevan dentro la amargura de los malditos fantasmas, y cuando se expulsan dejan lugar a la razón y la lucidez. Cómo coño he sido tan capullo, cómo me he permitido pisotear de esa manera. Volví a casa como pude y me acosté consciente de que era un hombre nuevo, o casi nuevo. Al menos, el vaso estaba lleno. Unos días después se depositaría la gota que colmaría el vaso y todo reventaría, todo, a la mierda. La patada al pasado más grande de mi vida. Hombre nuevo con mayúsculas. HOMBRE NUEVO.

Por si esto fuera poco, el resto del verano fue inolvidable. No puedo creer que un mes de estudio intensivo haya sido tan productivo, tan bonito, tan lleno. Ha sido duro, pero en ese tiempo apareció lo que faltaba del rubito medio guiri. El día que, tras volver de Medicina, me dijo al instante ¿qué te pasa, tío?, descubrí que no era un colega cualquiera. Un colega no ve esas cosas. Un colega está en las duras y simula estar en las maduras. A este tío no le importaba perder tiempo valiosísimo de estudio en escuchar e intentar ayudar. Y siempre correcto, siempre desde una leve barrera, opinando firme pero precavido. En pocas palabras, ayudando sin meterse donde no le llaman. No voy a usar la palabra “amigo” tan pronto, porque la reservo para el paso de los años y las experiencias; pero sin duda es el “no-amigo” que está más cerca del “amigo”. Está claro, es de esas personas que van a lo suyo y valen más de lo que parecen a simple vista.

No quisiera terminar sin hacer mención al resto de camaradas que se unieron a la tripulación casi de alquiler, sin venir a cuento, y a los cuales ya he convertido en tripulantes de a sueldo fijo por méritos propios. El futuro empresario ferrarista anti-alonsista que ansía dominar el mundo y exterminar a los rojos, el matemático fiestero patrón de embarcación de recreo más desfasado de La Perla, la socióloga medio-pija rara fanática de los post-it más especial del mundo, el teleco bético profesional de los bolos y socio de honor de La Parra, el informático callado y culto cuyo blog siempre hace pensar,…

A todos vosotros, gracias y al abordaje, mis valientes. Que ya ha empezado esto de nuevo, otra vez Octubre y, visto lo visto… no queda sino batirse.



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