viernes, 27 de mayo de 2005

Famosete Calentón

Cuesta desmentir
lo anteriormente mentido.
Cuesta adjudicar justamente
un premio a lo vivido.
Cuesta tanto mantenerse
en lo alto de la ola,
y cuesta descubrir el camino
usando tan solo la memoria.

Cuesta cuesta, hasta el honor y la gloria,
todo cuesta dinero.
Cuesta mantener la calma
cuando te tratan como un cero.
Cuesta mantenerse en secreto
queriendo divulgar,
y cuesta más bien poco
alejarse de nuestra realidad vulgar.

En este universo
de moneda y televisión
cuesta más bien poco
convertirse en un cretino del montón,
un famosote calentón,
un capullo sin corazón
de la televisión…

Metido en este circo
del que no puedes salir,
de luces, cámaras y acción,
¿qué más te tengo que decir?
Mutado y convertido en un
monigote comercial,
colega sal de ahí... sal de ahí.

Metido en este mundo
en el que te halagan porque sí,
y en cuanto das media vuelta
ya te están poniendo a parir.
Mutado y convertido en un
monigote comercial,
colega sal de ahí...
Te lo he pedido, te lo pido
y te lo vuelvo a pedir.
La vida que tú querías
no la encontrarás aquí.

Cuesta aventurar
juicios no reflexionados,
cuesta reflexionar
juicios nunca antes aventurados.
Cuesta vivir al margen cuando
tanto te gusta una portada,
y cuesta no salir en ella
si al director le haces una mama...
... ma... mamá, no he dicho nada.

En este universo
de moneda y televisión
cuesta más bien poco
convertirse en un cretino del montón,
un famosote calentón,
un capullo sin corazón
de la televisión…

Metido en este circo
del que no puedes salir,
de luces, cámaras y acción,
¿qué más te tengo que decir?
Mutado y convertido en un
monigote comercial,
colega sal de ahí... sal de ahí.

Metido en este mundo
en el que te halagan porque sí,
y en cuanto das media vuelta
ya te están poniendo a parir.
Mutado y convertido en un
monigote comercial,
colega sal de ahí...
Te lo he pedido, te lo pido
y te lo vuelvo a pedir.
La vida que tú querías
no la encontrarás aquí.

En el mundo de la televisión,
en este mundo tan casposo
y más bien propio
de un famosete calentón...
de un famosete calentón.

Buenoooo, qué pasa neeeeeen!!! Pues sí, por fin he acabado "Famosete Calentón", una canción que empecé en la 2ª quincena de Agosto, y que hoy mismo, a eso de las 16:20 o así, he conseguido acabar. Tenía ya un depósito de inspiración acumulada desde hacía tiempo, pero la extremadamente compleja estructura de las estrofas no me permitía seguir, y me quedé estancado. Al principio, la estructura se adaptó a la letra, pero al no tener más letra, la siguiente estrofa debía adaptarse a la estructura ya creada y eso me ha costado un huevo y medio. Hoy lo he conseguido a la vieja usanza, guitarra en mano, en la cama, sobre los cojines, y con el movil lejos pa no entretenerme. Así ha salido eso de "Cuesta aventurar juicios no reflexionados..." y esas paranoias que me han salido del alma :D, y es que estudiar tanto, a la larga, es bueno, porque te pones a componer en los ratos de descanso.

Por lo demás, el tigre se encuentra en uno de los momentos más contradictorios de su vida, ya que esta más feliz que nunca lo ha estado, pero al mismo tiempo siente decepción y pena porque no ve su futuro con demasiada claridad. Feliz, por razones obvias. Bueno, obvias para quienes tienen que saber qué razones son, que lo saben. A los demás les basta con saber que está feliz. Y decepcionado y triste, porque se enfrenta a un momento duro: el domingo, después del GP de Europa en el mítico circuito alemán de Nürburgring, donde Kimi Räikkönen se hará con su tercera victoria consecutiva este año, y su quinta en su carrera deportiva, meteré un par de bolsos en el coche, con ropa y, sobre todo, apuntes, para irme a Getafe, Madrid, donde el Lunes día 30 a las 7:30 comenzará el proceso selectivo para el ingreso directo en la Academia General del Aire. La cosa pinta negra como el carbón, pero voy a muerte, a por todas. Al más puro estilo Alatriste "cóbrales bien cara tu vida a esos herejes...", en ese plan.

Deseadme suerte, porque si no paso... en fin, ya lo sabéis, si no paso me quedo aqui otro año y, bueno, eso no sería tan malo. En realidad, malditas las ganas de irme de Granada, justo ahora que todo me va tan bien. Pero si paso voy a cumplir mi sueño y eso, a nivel personal, vale mucho.

En fin, todo por hoy. Me he tomado un respiro de 45 minutos, y ahora me toca repasar integración... :_(

SaLu2!!!!!


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domingo, 15 de mayo de 2005

Eso es luchar

Laura pensó
que nada podía ir a peor,
pero vio ennegrecerse el cielo
ante sus ojos y desfalleció.

Cuando vio la tormenta de arena
que se avecinaba en su mundo:
una vida en su interior,
y ella sola en el silencio,
indecisa en el desvío.
Perdida en el vacío
que un cabrón le dejó…

y lloró, y lloró, y lloró…
Laura lloró, porque
aquel cobarde no volvió…

Laura ya no conocía
ni su propia identidad,
Laura se sentía ahogar
en un profundo pozo de mierda.

Laura ya no levantaba cabeza…
porque ese, su gran amor,
se encargó de entregarle
una vida atrapada entre rejas,
una historia sin moraleja,
valentía inédita
en un mundo de vagos…

y luchó, y luchó, y luchó…
Laura luchó por un
futuro alentador, algo más prometedor.

Laura ya no vive, Laura sobrevive.
Laura ya no siente, ya no manda su corazón.
Laura ya sólo obedece a su razón…
Laura ya no cree en nada,
sólo piensa en luchar,
en no rendirse jamás,
y en no volver la vista atrás
nunca más…


Laura aceptó
la escalofriante invitación
a ese centro de muerte en vida
y el papeleo se formalizó,

condenando a muerte al niño de
su vientre, sangre de su sangre,
pero un grito salió desde dentro
con la garganta rota,
helada y descosida…
Laura se arrepintió y cambió
el resto de su vida…

y nació, y nació, y nació…
ese niño nació, sin padre pero
con canción, un pedazo madre
y mucho amor…

Laura vive tal cual con la gente,
ya no es una superviviente,
Laura vuelve a sentir, y su corazón
ha vuelto a latir,
Laura tiene una vida nueva por vivir,
una vida de ilusiones, de canciones
y emociones… pura personalidad
y un par de cojones…

…porque Laura mostró
que luchando se puede
vencer a cualquier adversidad,
porque Laura dio una lección
de energía, de ganas de vivir y amar…
…eso es luchar.

Eso es luchar, eso es luchar,
por las ganas de vivir y volver
a disfrutar… eso es luchar.



Por tanta gente que se cansa de vivir, que se encuentra con una adversidad tras otra, que lucha y lucha hasta que, vulgarmente hablando, se le hinchan los cojones y lo acaba mandando todo a la mismísima mierda. Por toda esa gente que, al final, se cansa de luchar, seguid los pasos de Laura y veréis como al final acabáis venciendo a la adversidad que se os presente.

Que ya lo decían los Muñoz:
"Si es que la vida es la ostia
y yo no sé por qué estoy triste,
tanta pena... si la vida es tanta ostia,
¿por qué me miro las venas
y la sangre se me amontona?..."

Después ya se le va la oya a David y empieza a flamenquear a lo bestia xD.

Vivid mucho, y luchad. Como decía Alatriste "cobra bien cara tu vida. Si, total, te van a matar, al menos llévate contigo todos los herejes que puedas al infierno...". Dí que sí ;)

SaLu2


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viernes, 13 de mayo de 2005

Su realidad

Como un rayo de luz,
como un diente de león al viento,
como una mariposa,
así es ella, no miento.

Como una gota de rocío,
como la primera flor de primavera,
como un amanecer,
como un sol radiante, así es ella...

Como una rosa con espinas, preciosa
y extremadamente traicionera, peligrosa,
y a la vez tan sencilla y curiosa.

Su mirada cegadora
despierta pensamientos imposibles,
al diablo el sexto mandamiento,
con ella no existe...

Porque ella sola le cambia de un golpe
a la vida el color,
porque ella transforma
las rosas en muros
y la piedra en flor,
sin miedo ni temor,
atea en el amor...
A estas alturas ya
ni siquiera le guarda rencor.

Ella es la musa de mis sueños,
de tus sueños,
y de doscientos sueños más,
ella embriaga con su luz
y con su aroma,
con su encanto,
con sus ojos de marfil...
son sus aparentes ganas de vivir...
...qué maldad...
nada más lejos de la realidad,
de su realidad.
Atrapada tras cincuenta rejas,
cansada de llorar...


Como una historia sin fin,
como un guión incompleto
de una película de miedo,
como el tigre más fiero.

Como una paloma inocente,
como una cenicienta sin presente,
ni pasado ni futuro,
como el miedo más puro...

Y es que ella sola le cambia de un golpe
a la vida el color,
una paloma volando como loca
y buscando una flor,
sin miedo ni temor,
atea en el amor...
Como un tigre al que ya
ni siquiera le guarda rencor...

Ella es la musa de mis sueños,
de tus sueños,
y de doscientos sueños más,
ella embriaga con su luz
y con su aroma,
con su encanto,
con sus ojos de marfil...
son sus aparentes ganas de vivir...
...qué maldad...
nada más lejos de la realidad,
de su realidad.
Atrapada tras cincuenta rejas...

se siente llorar...
se siente ahogar...
la vida se le va...
por más que le intento ayudar...

Ella es la musa de mis sueños,
de tus sueños,
y de doscientos sueños más,
ella embriaga con su luz
y con su aroma,
con su encanto,
con sus ojos de marfil...
son sus aparentes ganas de vivir...
...qué maldad...
nada más lejos de la realidad,
de su realidad.
Atrapada tras cincuenta rejas,
cansada de llorar...

cansada de llorar,
en su realidad...


Las cosas, al final, nunca son lo que parecen. Las aguas, a la larga, siempre vuelven a su cauce. Aunque no sea el mismo cauce de antes, pero vuelven. Gracias. Gracias por estar ahí, gracias por volar, y por enseñarme a volar.

Gracias por volar conmigo...


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jueves, 12 de mayo de 2005

Se han oscurecido

Se han oscurecido.

De sopetón, de golpe y porrazo, sus ojos se han oscurecido. Hoy, sobre las 17:30 o por ahí, sus ojos eran los más verdes y más intensos del mundo, los ojos más felices que existían. Sus ojos brillaban con tanta fuerza que las nubes se tuvieron que apartar durante un rato. Sus ojos brillaron, así son las cosas, durante unos minutos.

Durante esos minutos, nuestro amigo el joven tigre de ojos verdes fue el animal más feliz que existía. Le daba igual lo que ocurriera a su alrededor, no le importaba nada acerca del mundo real: él estaba en su mundo, y bendito mundo. Junto a su amiga la paloma. Pensaba “dónde voy a estar mejor que con mi amiga la paloma...”, y llevaba razón. Dónde mejor. Lo que no se esperaba era el desenlace del día. Lo que nuestro amigo el tigre no se esperaba era que llegaría a su madriguera y se pondría a escribir en su diario particular lo que le había ocurrido. En definitiva, lo que el tigre no se esperaba era que el día, que había empezado lluvioso, acabaría tan absolutamente mal. Pero son cosas de la vida.

La mañana para él había sido perfecta, o casi perfecta. Su amiga la paloma mandó a un joven mensajero para informarle de que estaría bien irse por ahí a comer algo. El tigre no cabía en sí. Al acabar sus obligaciones matutinas, fue corriendo al árbol donde la paloma tenía su nido, y la recogió para irse a disfrutar del medio día. A sus lomos, llegaron a un lugar donde el resto de la manada había encontrado bebida gratis, y se quedaron allí. Bebieron y bebieron, y se lo pasaron como crías de tigre jugueteando y haciendo el tonto. Hasta aquí, nada interesante.

Pero los minutos se sucedían, el tigre cada vez estaba peor, y la paloma parecía no darse cuenta. El tigre no quería preocuparla, pero poco a poco iba siendo más difícil ocultarlo. Al final, en una zona de hierba circular, le confesó todo. Le abrió su alma, y le contó todo, absolutamente todo. Tal y como le dijo, sólo dos personas conocían esa parte de su vida. Ahora, eran tres. Ella, la paloma, era la tercera. Le acababa de contar lo que sólo los miembros de la manada de verdadera confianza sabían. Algo que, sin duda, cambiaba el cómputo global del tigre. Ya no era igual, sin duda, ahora sabía todo. Pero no le importaba. Nuestro amigo el tigre tenía ganas de contárselo, a pesar de ser un ave y no un felino, y se lo contó.

En ese momento, el tigre tenía los ojos verdes y brillantes, tan brillantes que daban miedo. Y miedo sintió el tigre cuando el destino le golpeó con toda su maldad. Le golpeó, le asestó un golpe casi mortal. Le dio tan fuerte, que ya nada existía a su alrededor. De pronto, sus ojos se oscurecieron. Se oscurecieron muchísimo, tanto que ya ni parecían verdes. Estaba perdido. Y es que, al fin y al cabo, hay cosas que no se pueden controlar, por muy fiero que sea el tigre. Como dijo en una de sus canciones, “La vida a veces te rompe la cara, te tinta la mente de fragilidad”. La vida le había sonreído, y le había vuelto a romper la cara. El tigre, fiero y salvaje como pocos, se había vuelto a esconder en su mundo, en su oscura realidad. No se podía creer que en apenas 30 minutos sus ojos pasaran de verdes a negros, su carisma de infinita a infinitamente pequeña, su fuerza de titánica a liliputiense, su alma de blanca a negra... sus ganas de vivir, de muchísimas, a ninguna.

Nuestro amigo el tigre había vuelto a caer en la trampa, y esta vez no se lo esperaba, pero nada. Ahora le tocaba, como tantas veces, comer arena. Y no se sentía mal por eso: no le daba vergüenza comer arena. Pero le daba coraje, muchísimo coraje. Había abierto su alma y se había vuelto a su madriguera con el alma abierta, con la cabeza destrozada, y con el corazón roto.

Después de todo, él sólo había pedido disfrutar de la vida, pero su paloma favorita parece que no tenía los mismos objetivos que él. El tigre se sintió un estúpido, un tonto, un absurdo, un inútil... todo lo que tantas veces se había sentido, pero esta vez parecía que iba en serio.

Hoy es Jueves, mañana Viernes. Quizás el sábado el tigre piense de otra forma, pero de momento lo tiene claro: ha vuelto a caer en la trampa.

Y como tantas veces, sus ojos han dejado de brillar. Hay que ver, con lo que le gusta mirarse en el agua y verse los ojos verdes, ahora son casi negros. Se han oscurecido... y mucho.

Se han oscurecido.

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martes, 10 de mayo de 2005

Un tigre de ojos verdes

30 de Septiembre, 31 si existe, o 1 de Octubre, no se sabe...

El joven tigre comenzaba una nueva etapa en su vida. Todo era nuevo, todo cambiaba, el paisaje, el entorno, la fauna,... todo. Sus ojos verdes claros observaban todo con abrumadora parsimonia, todo era nuevo, la realidad ante si casi le superaba... pero iba con ganas, con ganas de empezar esa nueva etapa. Al fin y al cabo, de qué esta hecha la vida si no es de etapas y etapas. Una muy buena acababa, otra nueva empezaba. Lo peor, sin duda, la marcha de muchos amigos y amigas. El joven tigre se quedaba un poco sólo, pero no era la primera vez. Ya había marcado su territorio en varios sitios. Todo era, como siempre, adaptarse. Todo era, como siempre, nuevo... todo nuevo.

El primer día, el joven tigre tuvo que madrugar, aunque no le sirvió de nada: no tenía por qué haber ido. Pero allí conoció a un pájaro, un grandísimo pájaro que, con el tiempo, le enseñaría valores que nuestro amigo el tigre no conocía. Formas de pensar y de vivir. Formas de sentir. El pájaro tenía el mismo nombre que un famoso conquistador del mundo antiguo al que apodaron “Magno”... pero ahora no recuerdo su nombre. En definitiva, el pájaro hizo honor a su nombre día a día, mes a mes. Con cada palabra, cada gesto, cada silencio oportuno. Cada saber decir las cosas, cada saber callarlas. El pájaro, sin saberlo, le estaba enseñando a volar a un joven tigre que no tenía alas. Ese pájaro, gracias a dios, aún sigue ahí, dándole un empujón a nuestro tigre cuando lo necesita. Y, lo mejor de todo, es que no tiene que pedírselo: el pájaro se da cuenta de que le necesita.

Pero no todo fueron pájaros en esta nueva etapa. También hubo depredadores, y algún que otro animal de cierta especie desconocida, que no supo apreciar a nuestro tigre. El joven felino lo pasó mal, y sus ojos, día a día, iban oscureciéndose. Durante bastante tiempo, el tigre pasó desapercibido al resto de la manada. “Ya no es el de antes...” decían algunos. No sabía qué hacer, qué pensar, o qué decir. Seguía la rutina de cada día como si de una hormiguita trabajadora se tratase, sus ojos se oscurecían, más y más... la claridad del verde iba dando paso a un color inexacto, inconcreto, verde oscuro, muy oscuro. Y nada parecía cambiar, todos los demás animales vivían su vida alegremente, se lo pasaban bien, incluso salían a jugar los viernes tras el anochecer. Allí disfrutaban de la noche, de la amistad, del ambiente de la ciudad en la que vivían. Y nuestro tigre se quedaba en su oscura madriguera. Su alma, poco a poco, se empequeñecía. Su carisma, día a día, iba decreciendo. Sus ganas de vivir, segundo a segundo, desaparecían...

Pero este tigre y las aves tenían cierta relación extraña. Al principio, un pájaro le enseñó a vivir. En el peor momento de su vida, una paloma apareció y le sacó del abismo. Pocos en la manada (si no ninguno) sabían lo que esa paloma había hecho por el tigre. Sin comerlo ni beberlo, le había devuelto la vida. Día a día, minuto a minuto, segundo a segundo, el tigre crecía, recuperaba su carisma, sus ganas de vivir, su aliento, su alegría, su alma... y todo por culpa de una paloma. Una paloma blanca, brillante, sincera. Una paloma preciosa, enérgica, incluso peligrosa, compleja, con miles de entresijos en su mente y su alma. Oscura y, sin embargo, con su luz iluminó al tigre. Le mostró un camino diferente, una opción. Quizás no era tan mala, quizás podría sacrificar algún capricho a cambio de ver, de sentir, de vivir... la música volvió a surgir en el tigre, le volvió la inspiración.

En definitiva, que el pájaro le enseñó a vivir, y la paloma le ayudó a hacerlo. Y todo por que, un día, la paloma miró a los ojos al tigre y los vio verdes, y le gustaron.

Gracias, paloma.

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viernes, 6 de mayo de 2005

El Sol por el Sur

Desquiciando… a la luna
entre versos sinceros,
intentando reordenar
las seis estrellas del cielo.

Paseando… de la mano
de la amargura,
intentando reconfigurar
mis partes oscuras.

Hoy sale el sol por el Sur,
está como una regadera,
o lo mismo soy yo el loco
y es que el Sur ya no es lo que era,

las noches de fiesta afectan
directamente a la razón,
pierdes materia gris y neuronas
pero ganas corazón, corazón...
¡corazón!

(ESTRIBILLO)
Me gira la cabeza
pero el tiempo se ha parao,
te canto, te canto y no miras,
me tienes desesperao.
Me arrastro por las calles
sin saber a donde voy,
me miras a los ojos y te das cuenta...
de cómo estoy (de cómo estoy),
de cómo estoy, de cómo estoy,

que estoy que estás, que estás que estoy,
¿qué ves que estoy?, que estoy que ¿ves?,
que te das cuenta de cómo estoy,
que estoy como estoy,
que ves cómo estoy...
¡hay que ver cómo estoy!


(Proyecto de canción, con trabalenguas final incluído).
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miércoles, 4 de mayo de 2005

La alegoría del chaparrón

“Ya entiendo por qué la gente mea en la calle...”. La frase le pertenece a una señora de unos 45 – 48 años, tras ver en el Burger King el cartel de “Servicios cerrados por reformas”. “Claro, claro...” decía.

Situación: Puerta Real, 23:40 de la noche, martes 3 de mayo de 2005. Me había despedido de mis compañeros de clase, pero luego me había arrepentido y volví a Puerta Real a esperarlos. Pero no volvieron, jejeje... Aunque debí imaginarlo: como dijo una vez Juan Carlos Aragón en boca de sus Flamenquitos Apaleaos, “la fiesta estaba tan muerta, que hasta Quiñones le hubiera hecho un pasodoble a la fiesta...” lo que viene significando que la fiesta llevaba varias horas muerta.

A lo que iba. La señora esta pasaba por Puerta Real, y yo esperaba sentado. Cuando dijo la célebre frase, me quedé pensativo. Y es que es verdad: en fiesta, meamos donde nos da la gana. Pero coñe, si no hay WC’s, tendremos que buscarnos otros sitios. Y claro, así huele luego la calle...

Pues la cuestión es que, precisamente buscando un sitio donde mear, el lunes me pasó algo muy interesante. Digamos, en resumen, que yo vi un lago, me tiré de cabeza, y resultó ser un pantano. Me tocó, como otras tantas veces, comer arena. Y es el punto de no retorno del ser humano, cuando se pregunta si merece la pena, cuando duda entre luchar, o no luchar. ¿Por qué?, ¿para quién?, ¿hasta cuándo?... no sé, simplemente luchar. Generalmente, nuestro espíritu ambicioso y orgulloso nos obliga a luchar. Otras veces, no, y es cuando entramos en la fase de la “alegoría del chaparrón” (no penséis en Platón, esta es mía).

La alegoría del chaparrón se basa en la tenacidad del ser humano, en esa manía de tropezar mil quinientas veces con la misma piedra. Yo ya he tropezado 4 o 5 veces, y las que me quedan. El caso es que, por lo que sea, y aún sabiendo que no vamos a ser capaces de aguantar el chaparrón, nos metemos debajo. Estas tan tranquilo en tu casa, ves las nubes oscuras, sabes que no vas a poder con ello, pero sales a la calle. Una vez fuera, piensas que a lo mejor no te va a pasar, que a lo mejor no llueve. Pero siempre llueve. A la larga, siempre llueve. La alegría decae conforme se acerca la lluvia, y entonces te cae la primera gota... plas, y se te estremece el cuerpo. Luego dos o tres gotas más, plas, plas, plas, empiezas a encogerte. Y luego descarga el chaparrón.

La verdad es que la expresión de “no aguantar el chaparrón” no pega mucho, porque lo que es aguantarlo sí que lo aguantas. Aguantas todo lo que te echen. El problema es después, cuando estas calado hasta los huesos. Entonces ya no sabes qué hacer. Si antes tenías la duda, ya no la tienes. Pase lo que pase, tú estás mojado y la lluvia te ha vuelto a vencer. Por enésima vez, has vuelto a tropezar con la misma piedra. Pero no pasa nada, la vida sigue, y volverás a tropezar, ¿a que si?. Ése, colegas, es el punto de no retorno. Es el punto en el que te encuentras al borde del abismo, sin saber bien qué hacer. Puedes saltar, o no. Te puedes volver, o quedarte. Después del chaparrón, das un paso atrás y pones un metro de terreno entre tú y el abismo. Ahí, en esa situación, ya no piensas, actúas casi por instinto. Eso de sacar pecho, apretar los puños, levantar la cabeza y ponerte el machete entre los dientes, ya no sale rentable. Giras la pierna izquierda sobre la derecha, te das la vuelta, dándole la espalda al abismo. Agachas la cabeza, encoges los hombros, y te metes el rabo entre las piernas. Es ahí, en ese momento, donde termina la duda. Donde ya has decidido qué vas a hacer: si luchar, o no luchar. Obviamente, decides lo segundo. Y sólo una persona, en toda esta historia, puede hacerte cambiar de opinión. Esa persona, en cada historia, es diferente. Y esa es la gracia de las historias. Al fin y al cabo, puedes ir solo a mear, o ir con alguien. Si vas solo, mearás donde te de la gana. Pero si vas con alguien, decidiréis juntos donde mear. El paralelismo es bastante asqueroso, pero es el fiel reflejo de la vida. Si no tienes suerte, sólo te queda buscarte la esquina más cercana y mear allí. Y así huelen luego las calles, jejeje.

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